Vivir con VIH implica cuidar el sistema inmunológico para prevenir infecciones oportunistas. Una de ellas es el herpes zóster, una enfermedad que puede aparecer cuando las defensas están bajas. Se presenta con erupciones dolorosas en la piel y puede ser más agresivo en personas con VIH, aumentando el riesgo de complicaciones si no se trata a tiempo.
¿Por qué es importante hablar de herpes zóster y VIH?
Si tienes VIH y tu recuento de CD4 es bajo, el herpes zóster puede ser más severo, prolongado y con mayor riesgo de complicaciones. También puede ser una señal de que tu sistema inmunológico necesita atención. Por eso, es clave conocer los síntomas y tomar medidas preventivas.
Síntomas del herpes zóster:
♦ Dolor, ardor o picazón en un área específica del cuerpo.
♦ Erupción con ampollas llenas de líquido que aparecen en una franja o lado del cuerpo.
♦ Fiebre y fatiga en algunos casos.
♦ En personas con VIH, la erupción puede extenderse más allá de una sola zona y tardar más en sanar.
¿Cómo se trata?
El herpes zóster se trata con antivirales, que son más efectivos si se toman dentro de las primeras 72 horas desde que aparecen los síntomas. Además, los analgésicos ayudan a aliviar el dolor. Es importante que el tratamiento sea indicado por un profesional de la salud y se dispensa bajo receta médica.
¿Se puede prevenir?
Sí. Existe una vacuna contra el herpes zóster que se recomienda en personas con VIH si su sistema inmunológico está estable. Además, llevar un tratamiento antirretroviral adecuado ayuda a mantener el sistema inmunológico fuerte y reduce el riesgo de infecciones oportunistas como esta.
Cuida tu salud, vacúnate.
Si tienes VIH y presentas síntomas de herpes zóster, consulta con tu médico lo antes posible (reserva aquí). Mantener una buena adherencia al tratamiento y cuidar tu sistema inmunológico es la mejor forma de prevenir complicaciones. ¡Prioriza tu bienestar y no ignores las señales de tu cuerpo!